Durante una reciente cena de recaudación de fondos en la Sala Este de la Casa Blanca, a la que asistieron unos 130 invitados entre los que se encontraban representantes de Amazon, Apple, la matriz de Google, Alphabet, y Meta Platforms, así como el magnate petrolero Harold Hamm, el consejero delegado de Blackstone, Steve Schwarzman, y los empresarios de criptodivisas Tyler y Cameron Winklevoss, Donald Trump presentó una serie de maquetas de un arco monumental -expuestas en varios tamaños- mientras hablaba a los asistentes.
La nueva idea de Trump
El acto, celebrado para recaudar fondos para la ampliación del salón de baile de 250 millones de dólares que se está construyendo en la Casa Blanca, llamó la atención cuando Trump describió las maquetas como su visión de un gran monumento para conmemorar el 250 aniversario de Estados Unidos, apodado rápidamente el “Arco de Trump”.

Cuando Trump presentó las tres versiones propuestas del arco -pequeña, mediana y grande-, el presidente pareció decantarse por la más imponente, al afirmar: “Esta sería pequeña, mediana y grande… Resulta que creo que la grande es, con diferencia, la que mejor queda”, un comentario que parecía sugerir sutilmente la necesidad de donaciones adicionales para realizarla.

Aunque la cena estaba destinada a agradecer a los donantes multimillonarios sus generosas contribuciones al proyecto del salón de baile de la Casa Blanca, Trump aprovechó la ocasión para presentar una nueva idea, un arco monumental que recuerda al Arco del Triunfo de París, coronado por una reinterpretación alada de la Estatua de la Libertad, invitando así a sus adinerados invitados a abrir sus carteras una vez más.
Según el New York Times y CBS News, el apodo del arco surgió cuando el corresponsal de CBS News Ed O’Keefe preguntó para quién era el arco.
Trump respondió: “Para mí. Va a ser precioso”

En este “momento tan polarizado”
La maqueta fue diseñada por Jason Montgomery, arquitecto y diseñador urbano. Según el New York Times, dijo que el plan de construir un arco del triunfo para el 250 aniversario de Estados Unidos “parece razonable”, pero advirtió que debe representar a todos los estadounidenses en este “momento tan polarizado.”

Añadió que “cada estadounidense… debe sentir que habla de sus valores”, advirtiendo que “sería irónico que esos valores no estuvieran representados en este monumento”
Los comentarios de Montgomery, aunque comedidos, llevaban un claro trasfondo: un recordatorio de que en un Estados Unidos profundamente dividido, un monumento encargado y promovido por Trump podría convertirse fácilmente en un símbolo personal o partidista en lugar de colectivo, y que sería realmente irónico que un proyecto destinado a celebrar la libertad y la unidad acabara reflejando solo la visión que un hombre tiene de ellas.

Sin embargo, es difícil no ver cómo un proyecto así podría evitar el partidismo cuando involucra a uno de los presidentes más polarizantes y políticamente divisivos de la historia de Estados Unidos.